“Las gárgolas son lo que la gente quiere ver cuando viene a París. Si no hay más gárgolas ¿qué verán?”, se pregunta, preocupado, el jefe de comunicaciones de Notre Dame, André Finot. Es que los 850 años transcurridos desde que la Catedral de Notre Dame se construyó van dejando huellas profundas e indeseables.
Las gárgolas son figuras misteriosas, hechas en piedra, que representan una fusión entre hombres, animales, monstruos o demonios. Algunos dicen que representaron antiguamente a demonios huyendo de la iglesia; otros, que funcionan como espantapájaros para malos espíritus.
Lo cierto es que el deterioro es preocupante; la polución y el paso del tiempo han causado desprendimientos de grandes trozos de piedra, informa Reuters.
Por ese motivo, el arzobispado de París ha asumido la misión de recaudar 100 millones de euros (120 millones de dólares) para salvar las deterioradas gárgolas y los arcos góticos de Notre Dame.
Cada año, entre 12 y 14 millones de personas visitan la catedral, que data del siglo XII y está ubicada en una isla del río Sena.
“Si no hacemos estos trabajos de restauración, nos arriesgamos a que se empiece a caer la estructura exterior. Es un riesgo serio”, advierte Michel Picaud, presidente de la organización de caridad Amigos de Notre Dame, creada por el arzobispado. Incluso se ha formado una especie de “cementerio de piedras” con los pedazos de mampostería que se han caído.
No obstante, según las autoridades de la iglesia los visitantes no corren ningún riesgo.
Notre Dame es famosa en la cultura popular por ser el escenario donde se desarrolla la novela “El jorobado de Notre-Dame”, de Víctor Hugo, que ha dado origen a varias películas del mismo nombre, incluida una de Disney de 1996. Esta generó mayor interés en turistas de China y de EEUU.
Las autoridades de la iglesia esperan que la fama mundial de la catedral atraiga a donantes, en particular de los Estados Unidos.